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lunes, 10 de noviembre de 2014

Un reloj solar en el camino de Horus

Por Constantino Baikouzis

En el año 1914 un arqueólogo francés se encontraba en Egipto realizando excavaciones en una de las fortificaciones que estaban unidas por el Camino de Horus, una ruta militar que se extendía desde el delta del Nilo hacia la actual franja de Gaza.


Sile era su nombre y estaba al Este del canal de Suez. Entre las piezas que se desenterraron, le llamó la atención en particular una pequeña, de unos 10 cm de largo, de piedra y con inscripciones, líneas y puntos grabados en su superficie. 

No pudo saber la naturaleza del artefacto pero lo describió con gran detalle, con dibujos precisos que ilustraban sus dimensiones y forma, lo que permitió al año siguiente a dos autores por separado, se percataran de que el pequeño objeto era un reloj de Sol. 

Se lamentan de que no haya sido descripto el material con el cual fue confeccionado, lo que nos lleva a pensar que al año de su publicación ya no se sabía el destino que había sufrido. 

Tras analizarlo, concluyen que dataría alrededor del 320 a.C. y que además no era un reloj de sol común y corriente sino que era portátil. Efectivamente, estaban ante la presencia de un dispositivo transportable que brindaba la hora sin necesidad de tener que ubicar los puntos cardinales para orientarlo, sino que simplemente se apuntaba al sol manteniéndolo horizontal para obtener el dato deseado. 
Forma de uso. La pesa que cuelga del reloj es para colocarlo bien horizontal, imprescindible para obtener una hora precisa.
Este antiguo reloj “pulsera” sin embargo, llevaba las inscripciones de los meses del año egipcio pero escritos en caracteres griegos. Esto muestra que este reloj era usado al menos por griegos que moraban en Egipto, lo cual no discrepa en absoluto con la fecha en la que fue datado ya que para esa época Egipto estaba bajo la influencia de Alejandro Magno. 

Otra característica de este reloj es que nos muestra claramente que el día estaba dividido en 12 horas. Con “día” nos estamos refiriendo, en este caso, al período de luz, esto significa que las horas estivales eran más largas que las invernales a diferencia de nuestras horas actuales que tienen todas la misma duración, por lo que el día en verano comprende más horas que el día en invierno. 
Tenemos de este modo un testimonio del conocimiento astronómico de la época; horas, como ya dijimos, cuya duración variaba según la época del año, el que a su vez se dividía en doce meses. Sabemos también que, muchos años antes, se utilizaba la aparición de la estrella Sirio para establecer una cronología absoluta y que, durante la noche, medían eltiempo observando las estrellas.

Siguen velados, sin embargo, otros misterios vinculados a la astronomía como es el caso del método utilizado para la orientación de la gran pirámide. Efectivamente, esta pirámide consagrada a Keops, que es la mayor de todas y la única de las siete maravillas del mundo que aún subsiste, está alineada en dirección Norte-Sur con una precisión asombrosa.

Nota de Infobservador: 

Constantino ha desarrollado un modelo adecuado y aggiornado a nuestra época y región, sumamente útil como decoración o herramienta educativa. Si te interesa escribele a costa789@hotmail.com

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