Por Daniel Julián Checa
Hace un tiempo asistí a una charla sobre Cosmología, donde el disertante explicó que para obtener respuestas a las incógnitas que plantea el enigmático Universo, habría que preguntarle primero a Dios, luego a los Astrofísicos, seguidamente a los Astrónomos, . . . y así continuaba una larga lista de posibles interlocutores válidos.
Al alejarse del pizarrón y contemplar lo que había escrito, muy suelto de cuerpo dijo "en realidad, no estaba muy seguro del orden de prelación de los dos primeros lugares".