martes, 30 de diciembre de 2014

Ya viene llegando el nuevo 2015.....

Por Daniel Julian Checa
Seamos verdaderos protagonistas

Suele decirse que haciendo las mismas cosas, uno no debiera esperar resultados diferentes.


La publicación a principios de este año que finaliza del anónimo, que copio a continuación, gustó tanto a mi amigo Claudio, que me hizo el honor de pedirme para Infobservador, algo relacionado con el próximo estreno de un nuevo año. Lo pongo justamente, para buscar un cambio.

Este anónimo acerca de "La Piedra", vale para todo el año. Que en este 2014 (recién estrenado), nuestra "actitud", sea protagonista de nuestro destino.
El distraído, tropezó en ella
El violento, la usó como proyectil
El emprendedor, la usó para construir
El campesino, cansado, la usó como asiento
El niño, la usó como juguete
Drummond, la usó como inspiración
David, la usó para matar a Goliat
Y Miguel Ángel, sacó de ella una bella escultura
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre.
No existe "piedra" en tu camino que, las más de las veces, no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.

Y bien. No se me ocurre nada mejor de cara al flamante 2015, que una nueva apelación a ser protagonistas co-responsables. Pero no ya desde la perspectiva egoísta de lo individual, sino dando el paso siguiente: asumir el compromiso social y actuar en consecuencia.

Total, la “humanidad” en general, no es otra cosa que la sumatoria de las características de los humanos en particular (casi de Perogrullo). Y así como una escalera no es más que un conjunto de peldaños, el escalón más alto se alcanza (sin tropezarse), subiéndola de “a uno”, secuencialmente. En términos de comportamientos, la humanidad cambiará si nosotros cambiamos. Mejor empezar que esperar.


No me referiré a la política nacional. Infobservador es una página de excelencia que no se lo merece. Además, si bien sé que es año electoral y que una democracia genuina se sustenta en la concientización cívica de los votantes, es tan paupérrimo el abanico actual de alternativas, que habría muy poco para decir.

Haciendo entonces abstracción de esa circunstancia, quiero focalizar nuestra gran oportunidad de protagonismo, en asumir plenamente que cada uno de nosotros, en todos y cada uno de los días de nuestras vidas, afectamos e influimos con nuestros comportamientos, al entorno físico y social con el que interactuamos.

Pero aquí aparece un aspecto esencial inherente a los buenos propósitos. Fijarnos objetivos bien acotados (chiquitos). De manera que puedan ser fácilmente verificables. De ese modo, permitirnos el autocontrol necesario para corregir las desviaciones (en el enunciado de grandes objetivos, generalmente los resultados se diluyen). Claro, esto que digo presupone la intención auténtica de involucrarnos.

Hecho este largo y tal vez innecesario introito, vamos a nuestro próximo año 2015 y la gran pregunta:

¿En qué puedo yo contribuir para que sea mejor que el anterior 2014?

No vale por ejemplo hablar de disminuir la basura espacial, no soy astronauta. Pero sí como conductor de automóvil o como peatón, contribuyo a la basura ciudadana. Puedo sí proponerme, no tirar nada por la ventanilla (cuando conduzco mi automóvil)) y meterme los papelitos en los bolsillos (cuando camino o viajo en transporte público) hasta encontrar un recipiente especialmente colocado para la basura. ¿Se entiende?

Y así siguiendo, los que pasean perros, fuman, hacen asados al aire libre o usan el baño en un lugar público, pueden asumir su alícuota proporcional de responsabilidad en la limpieza. Sí señores, “apretar el botón del inodoro cada vez que lo uso”, podría ser el objetivo de mejora social de mucha gente. Y para salir de este tema un tanto escatológico, me referiré al que considero realmente sustantivo y general, en relación con la conducta social y que constituye el centro conceptual de mi propuesta y deseo para este año 2015.

Me refiero a la educación (único factor de transformación en el que creo) y sobre el cual se habla mucho, pero se hace poco. En consecuencia es imperativo empezar por casa.



Desde luego que no hablo exclusivamente de los aspectos académicos. Mi padre nunca fue al colegio, pero me transmitió una estupenda escala de valores, sobre la base de que el derecho de cada uno termina donde empieza el de los demás.

No cobraba subsidios. Pero sí lavaba autos de noche en la calle en pleno invierno (después de trabajar todo el día). Porque sabía por tradición familiar lo de la dignidad del trabajo.

Respetaba tanto al prójimo genérico, como a los maestros y autoridades. Me cuentan que el gran anhelo de mis padres cuando nací, era que yo fuera un “hombre de bien”

Como docente, he podido comprobar que uno aprende más que enseña (siempre el que pretende dar, termina recibiendo más). He visto que los chicos son esponjas, aprenden copiando comportamientos. Desperdiciamos o usamos mal esa característica tan obvia en su crecimiento.Crean modelos, en función de los cuales forjan ideales de vida. Su formación integral es de tiempo completo y poco tiene que ver con las míseras horas en que reciben “instrucción” en el colegio al que asisten.

Podrá el matrimonio tradicional estar hoy desvalorizado. También, si quieren, la concepción tradicional de pareja y hasta la familia. Pero: ¿y la paternidad responsable? ¿Dónde está?

Poco puede hacer la mejor escuela, frente a padres que trompean a los maestros. Que maltratan, gritan, reclaman inconsistencias, no piden permiso, ni por favor, ni dicen gracias. Festejan las trasgresiones de todo tipo, semáforos en rojo, límites de velocidad, impuestos, servicios, circular por las banquinas (asfaltadas o no), hasta ignoran los horarios para sacar la basura.


Es decir, todo aquello que no sea penado con multa y dependa de la conciencia, no sólo se ignora, sino que se trasgrede como enseñanza de viveza. No se confundan pensando que hablo exclusivamente de los chicos que van con sus padres a cortar impunemente calles o autopistas de manera intimidatoria. No es un tema clasista. Pueden ver en el rio el mal ejemplo que también le dan a sus hijos, algunos padres (en este caso sin pretensiones reivindicatorias), que tienen cruceros grandes y navegan sin importarle las olas que levantan (ídem tierra de la banquina), festejándolo. En algunos casos, con graves consecuencias para veleros o embarcaciones pequeñas.

Evito añadir que la conducta, según el caso, de policía o prefectura (calle o río), también constituye (por acción u omisión), con toda la fuerza que las imágenes tienen, una enseñanza negativa muy sólida en la formación del que está en pleno período de crecimiento.

Caratula del 13° álbum "Por favor, perdón y gracias" de Leon Gieco. Tres frases que deberíamos usar mas.
En síntesis, hablo de que educamos a nuestros hijos en particular (y contagiamos a los demás en general), con nuestra conducta de cada día. Propongámonos para este 2015, que nuestro protagonismo social responsable, no se agote el día de emitir nuestro voto en este año electoral, sino que asumamos la necesidad de ejercerlo todos los días con nuestro comportamiento.

Hagámonos cargo de la importancia docente de nuestros ejemplos diarios, no sólo en las grandes cosas, sino en la vida cotidiana. Así, transmitimos valores reales encarnados y no simplemente ideales declamados.

Puede ser algo tan chiquito pero controlable como saludar al chofer del primer colectivo al que subamos en el 2015 (buen día señor), antes de indicarle el destino, diciéndole gracias después de abonar. Y por supuesto seguir haciéndolo hasta que se constituya (como en mi caso), en un hábito.

A todos, sinceros deseos de FELICIDADES, personales, familiares, profesionales, astronómicas (planetarias y profundas) y aquellas que más se correspondan con la visión particular de cada uno.

Sin olvidar que, además de desear recibir, podemos brindar por ser capaces de dar. Mi diariero era más jetón que yo. Pero, tantas veces lo saludé, aún sin respuesta, que ahora el casi se me anticipa. La economía no dependerá de mí, pero la cortesía y la educación sí.

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