La Columna Meteorológica fue obsequiada por la comunidad austro-húngara al gobierno nacional con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, como agradecimiento al país por recibir a centenares de inmigrantes.
Un poco de historia
En 1909, los austro-húngaros formaron una Comisión de Homenaje, presidida por Nicolás Mihanovich e integrada por las máximas autoridades del Imperio en nuestro país. El embajador Norbert Ritter von Schucker fue designado Presidente Honorario. La ejecución de la obra se encargó al ingeniero José Marcovich, austríaco de origen croata, que se encontraba en nuestro país, para ser realizada en mármol blanco de la isla de Brac, ubicada en el Adriático.
Inicialmente fue emplazada en la intersección de Perú y Alsina, donde, en 1910, se colocó la piedra fundamental y el Embajador von Schucker decía: “Quiera la columna pronosticar siempre grandes bienes al pueblo argentino. Es este el más sincero voto que hoy formula la colonia austro-húngara, y animado de este deseo, invito a mis compatriotas a exclamar conmigo “Salud a la Nación Argentina. Que florezca y crezca”. Al poco tiempo, fue trasladada a la Plaza Rodríguez Peña y, finalmente, llegó al Jardín Botánico en 1923.
¿Como esta hecha?
El monumento estaba formado por una columna de mármol blanco pulido, rodeado de tres escalones y asentado sobre una plataforma circular de granito de ocho metros de diámetro. En la parte media inferior, una serie de nichos contenía instrumentos meteorológicos de última generación (termómetros de máxima y mínima, barómetros y anemómetros, entre otros), mientras en la parte superior se habían colocado ocho relojes de precisión con la hora de las principales capitales del mundo: Buenos Aires, Londres, Viena, París, Madrid, Roma, Nueva York y Berlín.
Sobre uno de los costados de la columna debía haber un reloj de sol, en tanto toda la obra estaba coronada por una esfera de bronce de un metro representando a la bóveda celeste con un círculo zodiacal. En el interior, otra esfera representa a la Tierra con sus cinco continentes.
Todos los materiales de la obra fueron entregados por los austro-húngaros excepto algunas partes del reloj proporcionadas por la casa Hans Wildi de la ciudad de Nabresina (Trieste). El monumento sería ejecutado en Austria., dada la complejidad de los elementos que lo componían. Pero no pudo terminarse a tiempo y se le hicieron algunos cambios: en los relojes, se reemplazó al de Berlín por el de Buenos Aires y se evitó así la construcción del reloj de sol que daría la hora local.
Todos los materiales de la obra fueron entregados por los austro-húngaros excepto algunas partes del reloj proporcionadas por la casa Hans Wildi de la ciudad de Nabresina (Trieste). El monumento sería ejecutado en Austria., dada la complejidad de los elementos que lo componían. Pero no pudo terminarse a tiempo y se le hicieron algunos cambios: en los relojes, se reemplazó al de Berlín por el de Buenos Aires y se evitó así la construcción del reloj de sol que daría la hora local.
La Columna sufrió varias mutilaciones al año de su inauguración, ya que se retiraron los aparatos, que fueron destinados al Laboratorio del Gas de la Municipalidad. En 1977, el Servicio Meteorológico Nacional intentó, en vano, recuperar el valioso instrumental pero los originales no pudieron ser localizados y la Fuerza Aérea Argentina consideró que, dado que la Columna estaba ubicada en un paseo público, no era conveniente instalar instrumentos de alta precisión que pudieran ser robados o dañados.
En 2009, al acercarse el Bicentenario de la Revolución de Mayo, nuevamente las comunidades austríaca y húngara de la República Argentina afrontaron los costos de su restauración como un obsequio al país. La reinauguración, tras un largo trabajo de puesta en valor, se llevó a cabo el 23 de octubre de 2009.
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