sábado, 18 de junio de 2022

La Polución Lumínica.

Transcripción del video de IDA.

Vivimos en un planeta que da una vuelta sobre su eje cada 24 horas. El ciclo del día y la noche forman parte del diseño biológico de todos los seres vivos. Durante el día, la luz del sol nos envuelve.


Al acercarse la noche, llega la oscuridad. Es momento para descansar, recuperarse, para maravillarse ante la belleza de la noche.
Hasta hace un siglo nuestros cielos nocturnos eran oscuros. Ahora, incluso el campo está invadido por la luz. Nuestras ciudades brillan de noche. Los edificios están iluminados con luminarias sin apantallar, que nos deslumbran en nuestras calles.

La luz artificial somete a la oscuridad. El derroche de energía es evidente incluso desde el espacio. Buena parte de ese resplandor amarillento que ven los astronautas, proviene de las farolas, responsables de la mayoría de la contaminación lumínica del planeta. Su luz es esparcida por la atmósfera y crea estos halos luminosos.

Estamos perdiendo la oscuridad nocturna a la velocidad de la luz. La contaminación lumínica es una amenaza para todos los seres vivos. La luz artificial altera el crecimiento de las plantas y contribuye a la muerte de incontables animales marinos y terrestres cada año. Aves migratorias chocan contra edificios iluminados. Tortugas marinas recién nacidas confunden el resplandor que llega de las calles con el brillo natural del océano. La iluminación nocturna también afecta a los humanos. Peatones y conductores deslumbrados por luminarias deficientes, han sufrido trágicos accidentes.

La contaminación lumínica es una amenaza silenciosa para nuestra salud. La exposición nocturna a la luz, especialmente a la luz blanca, altera nuestros reguladores internos que controlan el ciclo del sueño y la regeneración de nuestras células. Esto aumenta el riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer como de mama o próstata.

Así es el cielo estrellado con contaminación lumínica. Solo los planetas y las estrellas más brillantes son visibles.

Así veríamos el cielo nocturno si pudiéramos quitar la contaminación lumínica. Esa fina banda de luz que cruza el cielo es la Vía Láctea, nuestra galaxia. Por culpa de la contaminación lumínica muchos no la han visto nunca.

Los astrónomos conocen muy bien los problemas que causa la contaminación lumínica. Ellos necesitan cielos oscuros para estudiar los fascinantes objetos del universo. La contaminación lumínica los borra de su visión del cosmos. La iluminación del cielo nocturno derrocha dinero y energía. Una lámpara de 100 vatios encendida toda la noche consume en un año la energía que produce media tonelada de carbón. Sumando el consumo de los millones de ellas que alumbran hacia arriba, vemos que el coste en dinero y en energía es colosal.

Allí donde se necesita iluminación hay cosas sencillas que podemos hacer para asegurar que no molesta a los vecinos que es eficiente y que preserva el cielo oscuro.

Podemos cambiar las luminarias que envían luz hacia arriba, por otras que solo lo hacen hacia abajo, donde es útil. Se llaman luminarias completamente apantalladas. También podemos iluminar solo aquellos lugares que lo necesitan.

Y por supuesto podemos apagarlas cuando no hacen falta. Estas son formas inteligentes de iluminar. Ofrecen soluciones simples al problema de la contaminación lumínica. Podemos elegir entre malgastar recursos enviando luz al cielo, o aprender a usar una iluminación responsable.

La contaminación lumínica es un problema que todos nosotros podemos contribuir a resolver. Juntos podemos devolver la oscuridad a la noche del planeta Tierra.

Puede ver el video:




 

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